Café Tacvba en el Infield

Los años pasan y Café Tacvba sigue llenando el foro que se le dé la gana. Fanáticos de la vieja guardia y «nuevas adquisiciones» por igual, se dan cita en todos y cada uno de los toquines de esta banda que desde hace mucho forma parte de la cultura popular mexicana. A pesar de que los hayas visto decenas e incluso cientos de veces, los Tacvbos siempre logran sorprender. Este concierto, el último que ofrecerían en un año, no fue la excepción.
Llegué temprano al Hipodrómo de las Américas para agarrar buen lugar. Afortunadamente, aún había mucho espacio y con toda calma me instalé en el pasto artifical para escuchar a los Huicholi Brothers, una de las bandas abridoras que fue bien recibida por el reducido público que estaba poniendo atención. Cantos ceremoniales, caracoles, tambores y sonidos estirados al infinito dieron el toque místico a la tarde, cuando aún faltaban un par de horas para el acto principal. Con temor de caer en clichès, me atrevo a calificar el sonido de los Huicholi como «interesante» y bastante «pacheco», de buena ejecución y mucha entrega, sin olvidar los esfuerzos que esta agrupación realiza por retomar, difundir y enaltecer las costumbres de sectores indígenas que no dejan de luchar por sobrevivir con autonomía. Después de presenciar este acto considerablemente distinto, llegó el turno de los Esquizitos, banda que convocó a más personas pero que dejó que los ánimos se entibiaran rápidamente. Su participación fue bastante floja, pero breve, además de divertida, por lo que no fueron blanco de proyectiles o chiflidos.
Una vez que terminaron, la gente comenzó a arremolinarse alrededor del escenario, con evidente ansiedad y emoción. Ahora sí, no había de otra más que esperar, mientras observaba con impaciencia a los roadies que conectaban y desconectaban equipo, hacían pruebas de luces y sonido y aguantaban la carrilla de la banda.
Para sorpresa de todos, mientras se alistaba el escenario, Rubén realizó varias intervenciones con el micrófono, para que representantes de  las organizaciones* que fueron apoyadas por Café Tacvba, pudieran dirigirse directamente al público. La mayoría se limitó a agradecer los esfuerzos conjuntos de la agrupación y los seguidores que acudieron al concierto, cuya taquilla sería donada en diferentes porcentajes a estas causas tan diversas. Destacó Ofelia Medina, quien visiblemente conmovida, se deshizo en agradecimientos y mentadas de madre hacia los tacvbos y al gobierno, respectivamente.
Finalmente, después de casi una hora de espera, las luces se apagaron y el bramido del público no se hizo esperar. Luis Ledezma, Quique, Joselo, Meme y Rubén tomaron sus lugares mientras la gente enloquecía en espera de la primera canción.
Una luz cegadora se prendió al mismo tiempo que sonaban las inconfundibles notas de «El borrego», en lo que fue uno de los arranques más macizos de toda la historia del Café Tacvba (ustedes perdonarán la cacofonía, pero «macizo» es la única palabra que me parece adecuada). Esta primera descarga de adrenalina y euforia, se alargó cuando ligaron la rola ya mencionada con «Pinche Juan», canción que estábamos acostumbrados a escuchar en el cierre de las tocadas, y la sorpresa fue todavía mayor cuando inmediatamente después comenzó a sonar «No controles«, otra pieza de mucho poder que fungió como «fin del inicio».
Con los ánimos hasta el tope,
«Alármala de tos» y «Rarotonga» fueron igualmente coreadas y bailadas, para darle paso a canciones del Cuatro Caminos; «¿Qué pasará?», «Recuerdo prestado» y «Puntos cardinales».  Al terminar este mini popurrí, la locura se apoderó de los presentes, pues Meme comenzó a tocar las primeras notas de «El baile y el salón», por lo que el ya famosísimo Paparaparaeueooooo no se hizo esperar. Aunque sin duda fue un momento memorable de la noche, para esta humilde fan, lo verdaderamente bueno vino después, cuando comenzó «Metamorfosis», interpretada a la perfección y con una gran carga emotiva que creció cuando la conectaron con «Tengo todo», otra de mis favoritas.
Al finalizar éstas, Rubén le dedicó unas palabras de aliento y cariño a Gustavo Cerati, en cuyo honor se preparó un cover de «Juegos de Seducción», coreado por pocos pero aplaudido por todos, pues fue notorio el disfrute de los tacubos mientras lo ejecutaban. La noche continuó con «Déjate caer», y cientos de gorritos de Gallo Gass fueron colocados de manera pertinente para hacer el ya clásico baile que acompaña a esta canción, original de Los Tres. «Volver a comenzar» fungió como un descanso para todos, pues al iniciar «Las flores», no hubo una sola persona que no bailara, brincoteara o se desgañitara de principio a fin. El maestro Alejandro Flores hizo la primera aparición de la noche para interpretar «La Huazanga», pieza formada por coplas que se disfrutó enormemente. Después de esta bonita canción, los tacvbos continuaron con puro clásico: «Ojalá que llueva café», «Esa noche», «María», «Cómo te extraño» y «El puñal y el corazón», rola que puso a todos a sacarle brillo al pastito y con la que se despidieron por primera vez.
La lluvia llegaría en cualquier momento pero aún faltaba mucho por oír, así que pocos minutos después los tacvbos regresaron con otra GRAN canción, «Encantamiento inútil». Para el final de la misma, las primeras gotas de agua se dejaron caer pero no lograron ahuyentar a los miles de fanáticos que pedían más. Cuando comenzó «El espacio», a todos se les olvidó el clima para cantar con el corazón, en otro momento emotivo de la noche. Ya con lluvia constante y sonante, «Agua» fue la canción ideal, seguida de «Eres», que enloqueció a enamorados y malqueridos por igual, además de ser una de las interpretaciones más sinceras de Meme, que cantando bajo la lluvia afirmó su estatus de símbolo semisexual entre las chicas. Una vez pasado el intermedio romántico, la fiesta volvió al Infield del Hipódromo con la «Chilanga Banda» y gritos de «puto el que se vaya», al ver que el agua arreciaba cada vez más. El concierto continuó con «La ingrata», «La Chica Banda» y «El ciclón», y cuando se escuchó nuevamente la explosión de «Pinche juan», muchos creímos que la noche había llegado a su fin, sin embargo, «Las persianas» nos indicaron que estábamos equivocados. «El fin de la Infancia» puso a bailar a todos y ahora sí, los tacvbos se despidieron empapados con «Bar Tacuba».

A pesar de la lluvia y de las fallas técnicas que se presentaron a lo largo del concierto (y la ausencia de «Las batallas»), Café Tacvba triunfó como siempre, demostrando una vez más que se han ganado a pulso el calificativo de «la mejor banda de México». Las miles de personas que acudimos esa noche, abandonamos el Hipódromo de las Américas** chorreando y sonrientes, con la satisfacción que te da el ver a alguien de tu familia haciendo bien las cosas, pues a esta banda la hicimos nuestra desde hace mucho tiempo.



(Fotografías de Terra, todos los derechos reservados, blablabla)

*Estas son las organizaciones que la agrupación apoyó:

  • AJAGI (Asociación Jaliscience de Apoyo a Grupos Indígenas): Busca la difusión de un proyecto de una preparatoria huichola de Sta. Catrina Cuexcomatitlan, que lucha contra la construcción de una carretera en su territorio y la devastación ecológica que causará.
  • INNN: Instituto Nacional de Neurologia.
  • CAMINO ROJO: Impulsores y protectores de la culturas indígenas.
  • LAURELES IAP: Brindan apoyo a los niños de la calle y su educación.
  • PNA: Protectora Nacional de Animales. Difunde un proyecto para la construcción de un refugio de animales en Morelos.
  • SERAPAZ: Grupo que apoya la defensa de los presos de Atenco.

** A pesar de contar con pocos accesos y salidas, la organización dentro del Hipodrómo fue destacada y los baños portátiles también se llevan mención honorífica. Este espacio es adecuado para la realización de conciertos semimasivos.

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Una respuesta a “Café Tacvba en el Infield

  1. Jnnthhnn

    Me gusta tu estilo

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